Y de eso no cabe duda, señoras y señores. Todo comenzó hace ya más de 200 años con la formulación de las teorías
de la herencia por Mendel, ese monje que por lo visto no tenía más que hacer que fecundar plantas de chícharos con un pincel, experimento bastante burdo pero, ¿Qué sería de nosotros ahora si la madre Ocio no se hubiese presentado ante él?; en fin, desde Mendel pasamos por el descubrimiento de la estructura
helicoidal del ADN por Watson y Crick así como diversos experimentos y
descubrimientos que, si bien fueron importantes, sucedieron en tiempos
relativamente alejados. Fue así cómo poco a poco la historia de la genética fue
desarrollándose hasta que en 1990 inició el Proyecto del Genoma Humano por
Craig Venter, el cual consistió en el profundo análisis de los genes de la raza
humana, codón por codón minuciosamente para intentar descubrir los misterios
que envuelve nuestro código genético. ¡BOOM! El PGH fue una bomba de conocimiento;
actuó como un catalizador para el desarrollo de las ciencias biológicas
relacionadas con la genética (o ciencias genómicas), mismas que han crecido como bacterias en agar. Es por eso que hoy en día, 21 años
después, el PGH (que fue finalmente publicado en el 2003) actúa como base para
estas ciencias, extendiendo su alcance de investigación no únicamente hacia la raza humana, sino
hasta diversos organismos como moscas y ratones.
Y pues ¿Qué se puede hacer conociendo toda la información
genética de un organismo? La gente se preguntaba al principio; hoy en día
sabemos que esta información es de suma importancia para las investigaciones
biomédicas y biológicas, pues a partir de ellas se podrían descubrir las
razones de la evolución, pequeños rastros en los codones que nos permitan
diferenciar entre especies, donde termina lo que es común entre ellas y
comienza lo propio de cada una, así como la farmacogenómica, la cual es la
aplicación de la genética en la producción de medicamentos específicos para una
persona, pues es bien sabido que los efectos secundarios de los tratamientos
médicos pueden llegar a ser mortales o causar daños irreversibles. A través de
esta tecnología también se pueden detectar las causas de enfermedades
mendelianas (¿Ya ven? Mendel de nuevo), y hasta su tratamiento y prevención. He aquí el objetivo de los
investigadores científicos en la rama de la genética de hoy en día: centralizar
sus conocimientos para encontrar la utilidad de esta información exageradamente abundante y enigmática.
Otros objetivos que se pretenden alcanzar en la
biología son los siguientes: identificar genes
específicos relacionados con la salud o enfermedades específicas, desarrollar
métodos de diagnóstico genético y utilizar la información del genoma para
desarrollar nuevos métodos en terapia génica.
El problema con la genómica reside en la aceptación
de la sociedad, pues siempre han estado renuentes a los avances científicos
radicales, argumentando sobre la “antinaturalidad” de los procesos. Para evitar
esto se debe crear una conciencia en la sociedad, romper con los tabúes hacia lo desconocido, cultivar y enriquecer las mentes de la sociedad con los futuros usos de esta ciencia, como que ablandarles el terreno para que no se nos asusten; si a final de cuentas el descubrimiento del genoma y las investigaciones han
promovido el mejoramiento de la biotecnología y sus mil y un aplicaciones.