Uno de los sectores más beneficiados por la genómica
aplicada a la medicina es la oncología, la rama de la medicina especializada en
el cáncer.
Dentro del amplio espectro de tipos de cáncer existentes,
el cáncer de mama es el más común a nivel nacional, comprendido la segunda
causa de muerte de las mujeres mexicanas desde el año 2006 (tan siquiera en
2009, 4451 mujeres murieron a causa de esta enfermedad en el país), por lo cual
se entiende que hasta la fecha no se ha desarrollado un tratamiento adecuado o
enteramente efectivo para curar este proceso patológico. Sin embargo,
investigadores del Instituto Nacional de Medicina Genómica en México han
examinado las diferencias genéticas entre distintos tipos de tumores en las
mamas para así poder obtener nuevas herramientas para el diagnóstico y
predicción de la respuesta de los pacientes al tratamiento de la enfermedad.
De acuerdo a los estudios con técnica de perfil molecular,
los tumores han sido clasificados en: ERBB2, el cual es en su mayoría tratable
con quimioterapia; parecido al normal, el cual tiene características muy
parecidas al tejido en condiciones normales; basal (el que tiene el pronóstico
más sombrío) y luminar (con mayor tasa sobrevida); de este modo se puede
delimitar qué sustancia activa se empleará en el tratamiento o qué clase de Rx
es el que se llevará a cabo, pues cada tipo tiene una estructura bioquímica
completamente diferente y hasta se dice que deberían ser tratados como enfermedades
distintas.
En cuanto a la predisposición de las personas a
sufrir esta enfermedad, se puede analizar el genoma del individuo para
encontrar mutaciones en ciertos lugares específicos de ciertos genes,
dependiendo de la mutación que se encuentre, será el tipo de cáncer a tratar o
hasta la posibilidad de reincidencia a la enfermedad, pues estudios han
demostrado que distintos tipos de cáncer de mama son los que hacen que intrones
específicos de los genes muten, bloqueando o alterando la producción de ciertas
proteínas, lo cual altera varias rutas metabólicas indispensables para el buen
funcionamiento del cuerpo.
Estos métodos de diagnóstico e investigación se han
puesto en práctica de manera clínica con resultados positivos, el único
problema es que muchos de los estudios se han realizado en mujeres caucásicas,
cuyo genoma es ligeramente distinto al de la población latinoamericana, hecho
que nos hace pensar que existe un fondo común en nuestra población que nos
vuelve propensos a esta enfermedad.
De cualquier modo, esto significa buenas noticias
para la población en general, pues si el conocimiento genético sobre estas
enfermedades ya existe, únicamente se tienen que desarrollar mejores
tratamientos específicos para combatirlo, y ¿Quién sabe? Probablemente en un
futuro no muy lejano se pueda aprender a evitar esta enfermedad de manera
eficaz, o tal vez comprender las bases genéticas del cáncer y extender estos
conocimientos a todos los distintos tipos.
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